lunes, 30 de enero de 2012
Día Mundial de LA PAZ y la NO-Violencia
"No hay camino para la paz, la paz es el camino."
-Mahatma Gandhi-
Hoy es el día escolar de la No-violencia y la Paz, jornada educativa que se practica el 30 de enero de cada año, en el aniversario de la muerte del Mahatma Gandhi. Estas manos blancas e inocentes que podéis ver en la imagen que adjunto, son de los niños (entre 0 y 3 años) de la guardería a la que asiste mi niña. Desde ahí, también se han unido a dicha celebración.
No hay manos más limpias que las de un niño.
sábado, 28 de enero de 2012
Entre Madrid y Sevilla
lunes, 5 de diciembre de 2011
Poema recitado: "Muerto de amor" de Rafael de León
MUERTO DE AMOR
No lo sabe mi brazo, ni mi pierna,
ni el hilo de mi voz, ni mi cintura,
ni lo sabe la luna que está interna
en mi jardín de amor y calentura.
Y yo estoy muerto, sí, como una tierna
rosa, o una gacela en la llanura,
como un agua redonda en la cisterna
o un perro de amarilla dentadura.
Y hoy que es Corpus, Señor, he paseado
mi cadáver de amor iluminado,
como un espantapájaros siniestro.
La gente, sin asombro, me ha mirado
y ninguno el sombrero se ha quitado
para rezarme un triste Padrenuestro.
Rafael de León
Recitado por Ana Álvarez
viernes, 25 de noviembre de 2011
25 de Noviembre: Día Mundial contra la Violencia de Género
miércoles, 23 de noviembre de 2011
Antes de amarte
Cuando te vi, aún no habías llegado;
conocía tus huellas,
el surco del dolor en tus pisadas,
la agonía de la pérdida
instalada en los vagones de tus noches.
Cuando te oí, aún no habías hablado;
conocía tu silencio,
esa llaga abierta destilando verbos
-transeúntes del destierro-
pasajeros en tu voz semiasfaltada.
Antes de amarte, ya sabía que te amaba;
conocía tu nombre,
pronunciado como una letanía,
un mantra milagroso,
la brújula que lleva hasta tu cuerpo
donde he de tatuarte
mis huellas, mis pisadas, mi silencio
y los versos que aún no te he escrito.
Ana Mª Álvarez Barroso © 2011
lunes, 31 de octubre de 2011
Poema: Si muere... De Antonia Álvarez Álvarez
Si muere, lo sé bien, todo termina,
la voz y el pensamiento,
y se van los gorriones de las ramas,
y se apagan los troncos en el fuego;
no habrá colores tibios tras la lluvia,
ni segundos ni tiempo,
ni fuentes entre matas de jarales,
ni flores ni recuerdos;
si se muere, lo sé, se habrán perdido
las campanas y el eco
de las palabras dichas más hermosas,
del más hondo secreto,
ni una lágrima fiel y enamorada
rodará en el silencio;
no habrá luna en la noche ni habrá estrellas
porque ya no habrá cielo,
ni colinas sangrantes de colores,
ni mares ni jilgueros.
Si se muere, lo sé, todo se arroja
hacia un vacío eterno,
la esencia de las cosas, la armonía,
el tenue sol de invierno,
la música del alma y de las tardes,
el trino en los aleros,
el alba que madura en mediodía,
los olores a espliego,
la sombra de tu nombre tras el mío,
la palabra, los besos…
Si muere el corazón, mueren las rosas;
si muere el corazón…, mueren los sueños.
Antonia Álvarez Álvarez ©2002
Premio Leonor de Poesía 2011
Poema recitado por Ana María Álvarez Barroso
sábado, 8 de octubre de 2011
Vuelve

martes, 27 de septiembre de 2011
El flechazo

Unas semanas antes de emprender este raudo viaje, viaje que, como todos los periodos de tiempo cortos donde la ansiedad hace mella con su presencia, acaba convirtiéndose en un trayecto insoportablemente eterno, ya había perdido por completo las fuerzas para seguir arrastrando el lastre en el que consistía mi vida. Agotada por el peso de los días, los meses de soledad, la tristeza de aquellas paredes teñidas de vacío y toda la casa impregnada de melancolía, ya tenía tomada la decisión de poner fin a mi existencia. Los óleos del pasillo me susurraban la dirección que había de tomar, pero no el vehículo en el cual dirigirme, el medio con el que acercarme a ella. Pensaba las posibles opciones con las que ejecutar mi acción. ¿Lanzarme al vacío? No era la manera más idónea, y menos viviendo en un cuarto piso; probablemente el golpe sería mortal, pero ¿y si no lo fuese? Mi sufrimiento acabaría con una situación posterior insostenible de la que jamás escaparía sin ayuda. ¿Cortarme las venas con un afilado cuchillo? Carezco del valor suficiente. Una simple extracción de sangre me provoca mareos, así que sólo pensar en el cajón de los cubiertos, el crujir de la piel, la herida abierta brotando ese líquido denso y templado... ¡Dios, se me nubla la vista!... Ingerir medicamentos era otra opción, mas nunca he estado enferma; sólo algún constipado, alguna fiebre y quizá alguna mala digestión por haber comido más de lo habitual, o algo en mal estado. Desesperada, me senté frente al ordenador, dispuesta a encontrar algo letal que poder adquirir en la farmacia más cercana. […]
Aún no sé cómo sucedió, ni qué extraña fuerza me llevó de una página a otra, de una noticia a una web, de un blog a un foro, de un vínculo a otro vínculo, y sin más ya estaba allí, delante de su foto, sin apenas escuchar el susurro cartilaginoso de aquellos óleos polvorientos del pasillo; y su foto fija en mí tras el cristal del destino, parecía decirme algo en un lenguaje cifrado, un lenguaje de signos imposible de entender, un idioma que sólo aquél que alguna vez se ha sentado frente a una pantalla de cristal líquido, y se asoma a esa maravillosa ventana, podría entender y entiende qué significa el poder de una mirada. Y yo saltando de vínculo en noticia, de blog en ventana, de página en foro, hasta acabar posada en sus ojos negros, ojos letales que, como un veneno, a partir de ese instante, se han tatuado dentro de mi pecho convirtiéndose en puntal de mi existencia.
Ansiosa, como necesitada de su aliento, busqué cualquier referencia a ese ángel caído del cielo en tan extraño momento de mi vida, y mostrado ante mí para ser mi salvación. Comencé a indagar todo lo que le concernía y, en cuestión de minutos, empezó a importarme únicamente lo suyo, al mismo tiempo que, como una daga, se iban hundiendo en mi costado y en mi corazón sus grandes ojos, su pelo negro, su mirada dulce y tierna pero a la vez protectora, y su cuerpo bien definido, fuerte y elegante.
- ¿Dónde habías estado toda mi vida, tesoro mío? Por fin he dado contigo. César, tu nombre es César... ahora podré ir a tu encuentro. Sólo he de localizar exactamente dónde estás y nada podrá separarnos. Nada. Ya no temo ni a la misma muerte. Así tenga que pasar día y noche perdiendo las uñas en este teclado, así se me vayan los días y las noches para encontrarte... pero iré en tu busca.
Dos días pasé hasta localizar todos los datos correctos, porque suele suceder que, cuanto mayor es el empeño en realizar búsquedas complejas, peores son los resultados; las páginas estaban obsoletas por dejadez en las actualizaciones, los teléfonos de contactos no eran correctos, el mail no correspondía a ningún correo existente y, a todo esto, mi sensación era de total desconsuelo y aumentaba por momentos. Hasta que comenzó a brillar el sol por un pequeño resquicio: el teléfono sonó inesperadamente, comencé a hilarlo todo, recibí la dirección nueva equivalente a la antigua que aparecía en la página ya visitada, y el rompecabezas empezó a tomar forma. Ya sólo restaba poner fecha de salida y comprar el billete. Partiendo bien temprano el día dispuesto, en tres o cuatro horas, a lo sumo, estaría allí, y después... sólo sería cuestión de llegar hasta el punto de encuentro.
En realidad no voy a aprender nunca, esto no deja de ser otro disparate más para mi colección de chifladuras. Aunque, pensándolo bien, ¿irresponsable por qué? ¿Porque hago caso de mi corazón y he desechado la idea del suicidio? César, sólo sé que tu existencia ha sido puro sufrimiento, y que estamos hechos el uno para el otro. Si por ir en busca de mi destino soy una loca temeraria, que me encierren por ello. Ambos hemos padecido, y sabremos entendernos tan sólo con mirarnos a los ojos. Y en los tuyos, como en los míos, está escrito el dolor del abandono.
El viaje sigue haciéndose eterno, inacabable; por los cristales parece que los árboles apenas se mueven, o soy yo misma, que perdiendo la vista en el infinito, me quedo completamente ausente del entorno. Un libro me hace compañía en el transcurso del viaje, repleto de pequeñas historias, sencillas y amenas, fáciles de leer y que en cualquier momento puedes dejar de hacerlo sin perder la concentración de todo un argumento. Entre sus páginas llevo la foto de César que obtuve de internet, y que de tanto tocarla, mirarla, guardarla, volverla a coger y ponerla de nuevo entre las hojas, la tengo arrugada por las esquinas. Se ha renovado en mi interior un sentimiento que no recordaba desde años ha, una explosión en el pecho, un torbellino que me ahoga, un maremoto que sube y que baja desde el estómago a la boca y parece que fuese a asfixiarme. Parezco una quinceañera. ¿Qué me está sucediendo? No puede ser. Es imposible. Demasiadas emociones para mí. Y muy pronto estaré junto a César. Si ahora me encuentro de esta forma, ¿qué sucederá cuando estemos frente a frente? Mejor no pensarlo.
Antes, los viajes en tren tenían más encanto, todo era más lento. Se degustaban los paisajes tal que platos de comida casera, como cuando íbamos al pueblo a ver a los tíos, y la abuela nos preparaba aquel cordero con guisantes que sólo ella sabía cocinar. Ahora todo va deprisa, los árboles van deprisa, el horizonte va deprisa, mi corazón va deprisa… ¡Qué estoy haciendo, Señor! Me aventuro hacia lo desconocido, voy en pos de un sueño, una quimera, un deseo tal vez hecho realidad. Tal vez. Sólo un sueño tal vez, sólo un deseo. Sólo tal vez…
...
- Buenas tardes
- Buenas tardes. ¿En qué puedo ayudarla?
- Hola... soy Fátima González... hablé por teléfono con Charo acerca de César y...
- ... ¡Sí, yo soy Charo! Pasa Fátima, ¡no te quedes ahí! Sígueme hasta el recibidor. Sólo tendrás que esperar un instante mientras llega “tu adorado flechazo”.
Los minutos parecen horas en el reloj de Fátima, sentada, temblorosa, con las manos heladas y los labios resecos. Mira a todas partes queriendo descubrir alguna respuesta, algún indicio a tanta demora, pero no hay tal tardanza; la inquietud le destempla aún más los nervios y su único deseo es que, por fin, se produzca el encuentro. Mientras mira la foto que la ha acompañado durante todo el viaje, no percibe la presencia de un señor alto y fuerte, con la piel tostada por el sol, al que acompaña César. Sus ojos rebosan de alegría y caen perlas cristalinas por su rostro.
- ¡César, mi vida!
Entre ambos es suficiente una mirada. César corre hacia Fátima como si la conociese de toda la vida. Ella emocionada sólo sabe abrir los brazos para esperarle, y en ese mágico instante donde lo imposible se hace posible, César, de un salto tira al suelo a la pobre Fátima, enjugando a base de lametones las lágrimas de su cara.
Ana Mª Álvarez Barroso © 2008
domingo, 4 de septiembre de 2011
No pude morir

domingo, 14 de agosto de 2011
El sueño del caracol -by Iván Sáinz-Pardo
EL SUEÑO DEL CARACOL, es una historia claramente lineal y sucede, ni más ni menos, que lo que se ve. Cuenta únicamente la historia que se narra, aunque trata temas universales y sobre los que uno podría sentarse a reflexionar. Son estos temas universales y reconocibles por todos. Es una historia sobre el destino, sobre la comunicación y la incomunicación. Sobre la valentía y la timidez. Sobre el amor a primera vista y sobre el amor verdadero. Sobre el tiempo y sobre la muerte.
El lenguaje visual se esfuerza por apoyar estos temas y naturalmente su narración.
Ya que a este amigo/a parecen gustarle los simbolismos, le aconsejo un nuevo visionado fijándose en los siguientes aspectos: (ABSTENERSE QUIEN AÚN NO LO HAYA VISTO Y PRETENDA VERLO)
-El libro que lee Oliver en la cafetería, al principio, trata sobre un accidente de coche. Vaticinando su propio destino.
-Los movimientos circulares de la cuchara en el café... el destino, el circulo de la vida.
-La polilla está siempre presente mientras está Oliver. Julia descubre que esta ha desaparecido de su emplazamiento habitual, el mismo día que Oliver ya no está. Al final, la polilla acompaña de nuevo el ultimo plano en la ventana de la habitación de Julia.
-El libro que al azar coge Julia, es uno con el titulo "El Sueño del caracol". Ambos protagonistas viven en sus mundos separados, escondidos en sus caparazones, y su relación se desarrolla y se mueve despacio, como los caracoles, arrastrando con ellos el peso de sus propios complejos y miedos.
-Se muestran tres mundos distintos. El de Julia, más iluminado y cordial. Uno neutral, de presentación, de encuentro. La cafetería. Y por último la biblioteca, el mundo de Oliver, más oscuro y misterioso, aún por descubrir. Simbolizando ese viaje hacia lo desconocido. Julia tratará de ser valiente por primera vez para luchar de verdad por lo que desea.
-En la entrada de la biblioteca hay una mujer viendo unas cartas del tarot. (Destino, futuro)
-Cuando Julia, en su cuarto, se deja caer con la espalda en la pared, las sombras de la ventana, cobran la forma de una cruz.
Estos son, sin duda, algunos de los más evidentes.
Una de mis mayores motivaciones al enfrentarme a este proyecto, era la de conseguir en tan poco tiempo, no solo contar una historia con principio, desarrollo y final, sino mostrar una evolución y transformación real de los personajes. La Julia del principio no debería de ser la misma 15 minutos más tarde.
También otra de mis motivaciones más importantes fue la de tratar de narrar ese estado de conflicto emocional, ese sentimiento contradictorio de tristeza y felicidad al mismo tiempo. Tristeza por perder para siempre a quien se quiere. Felicidad, por descubrir que se es correspondido en el amor. El destino, la vida y el amor son conceptos inmensos y poderosos que no dudaran en demostrarnos lo insignificantes que somos. CARPE DIEM.
domingo, 31 de julio de 2011
Exististe

(Para A.N.G)
Sé que exististe un día, un día de verano,
de calor esponjoso en andenes amargos,
cuando las voces eran ecos de mil presagios,
vértices de un encuentro fundido en un abrazo.
Sé que exististe un día de un Madrid desolado,
de museos y parques, de música, teatros,
tú eras hombre de piedra, yo muñeca de trapo,
tú piano sin notas, yo poema en tus labios.
Sé que exististe un día, pues de ese día guardo
tus lejanas palabras de amor no musitado,
tus marmóreas caricias, tus tardíos abrazos
y un retrato borroso en el que ambos estamos
sonriendo a un extraño futuro, tan lejano,
que fue más que imposible llegar a concretarlo.
Sé que exististe un día de ocaso marchitado,
un día en el que juntos reímos y lloramos,
abrimos nuestros cuerpos, y el corazón cerramos
a un pasado presente de amor inacabado.
Ana Mª Álvarez Barroso © 2002
martes, 12 de julio de 2011
Amor de padre

Ana Mª Álvarez Barroso © 2010
lunes, 4 de julio de 2011
El cuento equivocado

“Este gordo ocupa mucho lugar” dijo mientras se enjugaba las lágrimas. Lo intentó de mil maneras pero el zapato apretaba demasiado. Así pues, su último recurso no fue otro que frotar la lámpara. Tras una aparición estelar, el fornido genio examinó el pie de la jovencita y el ingente tamaño de su dedo. “Habrá que hacerlo desaparecer… ” Cenicienta asintió entre lamentos, convencida de que el Hada no hubiese sido tan drástica, aunque a un Genio tan atractivo se le podía perdonar todo. Acto seguido, el perspicaz genio volatilizó al príncipe e invitó a cenar a Cenicienta. “Esto te pasa por equivocarte de cuento”.