viernes, 7 de enero de 2011

Todo él





















Su voz, cristal tallado,
rasgada por las fauces de la doliente vida
embelesa mis tardes
con lunas que reservo para mis negras noches..

Sus ojos, maremoto,
serenan mis temores, acarician mi rostro,
y perfilan mis labios
con un pincel de olas dormido en su mirada.

Sus manos alargadas
me rozan sin rozarme, escribiendo en el aire
un poema sin nombre
que alberga una esperanza, destilando ilusiones.

Su corazón inmenso
derrama una cascada de pasiones ocultas.
Mas temo la corriente
que poderosamente me arrastra hasta su cuerpo.

Su ausencia y su presencia
que siempre me acompañan como sombra difusa,
enturbian mis sentidos,
llevándome hasta el río donde se asoma el puente.

Ana Mª Álvarez © 2004

7 comentarios:

Unknown dijo...

bellos versos que describen perfecto cada parte de ese ser que habla un solo idioma de amor que nace crece y vive en ti...lindo


saludos
linda semana
abrazos

Adelaida Ortega Ruiz dijo...

Ese amor que convierte en felicidad sublime la presencia y en un pozo de amargura cada ausencia... Ese amor que todos sentimos alguna vez y que tú has pintado aquí con palabras de terciopelo.
¡Precioso, Ana!

Adelaida Ortega Ruiz dijo...

Ese amor que convierte en felicidad sublime la presencia y en un pozo de amargura cada ausencia... Ese amor que todos sentimos alguna vez y que tú has pintado aquí con palabras de terciopelo.
¡Precioso, Ana!

Isabel dijo...

Que bonito Ana, gracias por compartirlo.

Anónimo dijo...

¿Por qué temer esa corriente, por qué? Si sientes algo tan bonito... vívelo sin temor.

Un besazo, querida amiga.

Anónimo dijo...

Ana, ¿por qué temer a la corriente?
A veces hay que dejarse deslizar por ella y sentir su suave dicha con pasión y entrega.
En tu poema tú lo describes, como un sueño de amor, paisaje sensual de sentimiento y de pasión oculta.

Un abrazo amiga.

Jesús María dijo...

Hermosos versos llenos de amor.