domingo, 31 de julio de 2011

Exististe












(Para A.N.G)


Sé que exististe un día, un día de verano,
de calor esponjoso en andenes amargos,
cuando las voces eran ecos de mil presagios,
vértices de un encuentro fundido en un abrazo.

Sé que exististe un día de un Madrid desolado,
de museos y parques, de música, teatros,
tú eras hombre de piedra, yo muñeca de trapo,
tú piano sin notas, yo poema en tus labios.

Sé que exististe un día, pues de ese día guardo
tus lejanas palabras de amor no musitado,
tus marmóreas caricias, tus tardíos abrazos
y un retrato borroso en el que ambos estamos
sonriendo a un extraño futuro, tan lejano,
que fue más que imposible llegar a concretarlo.

Sé que exististe un día de ocaso marchitado,
un día en el que juntos reímos y lloramos,
abrimos nuestros cuerpos, y el corazón cerramos
a un pasado presente de amor inacabado.

Ana Mª Álvarez Barroso © 2002

martes, 12 de julio de 2011

Amor de padre

¡Soy inocente! Sólo fue un ataque de impulsividad, sólo eso. La situación se me fue de las manos. La insulté, vilipendié y golpeé, sí, pero no fue culpa mía. Si ella hiciera las cosas como hay que hacerlas, a mi manera, no se me hubiesen nublado los sentidos. No soy un maltratador. Le golpeé esa calabaza que tiene por cabeza porque me iba a denunciar. Buscaré la manera de convencerla para que quite esta maldita orden de alejamiento interponiendo un recurso, pidiendo un indulto o lo que sea necesario. Volverá a mi lado. Y entonces, sutilmente, blandiré el acero de mis palabras, desquiciándola, para que ella misma se lance por un puente sin tener que manchar mis manos de sangre. Los locos se suicidan ¿no es cierto? Así estaré libre de culpa… Y como soy bueno, mi hija ya sólo podrá quererme a mí...


Ana Mª Álvarez Barroso © 2010

lunes, 4 de julio de 2011

El cuento equivocado


“Este gordo ocupa mucho lugar” dijo mientras se enjugaba las lágrimas. Lo intentó de mil maneras pero el zapato apretaba demasiado. Así pues, su último recurso no fue otro que frotar la lámpara. Tras una aparición estelar, el fornido genio examinó el pie de la jovencita y el ingente tamaño de su dedo. “Habrá que hacerlo desaparecer… ” Cenicienta asintió entre lamentos, convencida de que el Hada no hubiese sido tan drástica, aunque a un Genio tan atractivo se le podía perdonar todo. Acto seguido, el perspicaz genio volatilizó al príncipe e invitó a cenar a Cenicienta. “Esto te pasa por equivocarte de cuento”.


Ana Mª Álvarez Barroso © 2011

sábado, 2 de julio de 2011

Acaso



Acaso fue la noche, embriagada de aromas,
causante de un embrujo repleto de poesía,
o el puente iluminado, o la luna en el río
o tu voz susurrante rimándole a la brisa.

Acaso fue un instante de manos enlazadas,
o el mar de tu mirada, transparente y furtiva,
o la laguna negra de mis ojos llorosos
conteniendo cascadas de tormentos ocultos.

Acaso los andenes pararon los relojes
presenciando un abrazo efímero y eterno.
Escribiste en mi boca un verso inacabado...
y aún me queman los labios cuando pienso en los tuyos.

Ana Mª Álvarez Barroso @ 2004